miércoles, 14 de marzo de 2012

Asia: Contactos y Sueños de San Luis Orione (2): Filipinas


            Con respecto a las Filipinas y San Luis Orione, podemos encontrar dos conexiones: una, su ferviente deseo de abrir una misión allí; y la otra, el P. Ricardo Gil Barcelón, Siervo de Dios español.
El P. Ricardo Gil Barcelón vivió más de 12 años en las Filipinas, desde 1893 a 1905, durante la transición de la Colonia Española al Protectorado Americano.
            Allí, fue soldado, y luego estudio filosofía y teología, siendo ordenado sacerdote el 24 de Septiembre de 1904. Luego, fue vice bibliotecario de la universidad de los Dominicos y capellán en la Catedral de Manila hasta Febrero 1905, que vuelve a España.


Sin duda es la Divina Providencia quien hizo posible el encuentro entre el P. Gil Barcelón y Don Orione en Rome, el 4 de Febrero de 1910. Luego del mismo, el Fundador lo recibirá en la Congregación al P. Gil Barcelón, quien pasará por varias casas en Italia (Cassano Jonio, Reggio Calabria, Tortona y Roma), enseñará castellano a los misioneros y abrirá la primera casa orionita en España (en Diciembre de 1930), siendo un pionero de la Congragación allí.
El P. Gil Barcelón y el aspirante Antonio Arrué Peiró serán asesinados por los revolucionarios a causa del odio a la fe, el 3 de Agosto de 1936, en Valencia (España).
Podemos imaginar que habrá compartido su experiencia en Filipinas con los sacerdotes, seminaristas y la gente, como también así con San Luis Orione[1], hablándoles acerca de su estadía, su paso por el ejército, sus estudios, vocación, y describiendo el país, sus costumbres, religiosidad, etc.
Por ello, el primer contacto entre el Fundador y las Filipinas, fue a través del P. Barcelón y su experiencia.  
            Algunos días después de su llegada a la Argentina[2] y del 32° Congreso Eucarístico Internacional[3], en Buenos Aires; Don Orione escribió una larga carta al P. Sciaccaluga[4] en la cual le habla de dos misiones: una en el Mato Grosso (Brasil), la cual ya ha aceptado, y otra en las Filipinas. Refiriéndose a esta última, dirá:
             “Di también mi palabra, pero aun no está definido, para una misión en la Filipinas, donde el obispo me dijo que hay mucha necesidad y gran miseria, al punto que incluso obtuvieron el permiso del Papa para cambiar algunas palabras del Padre Nuestro, no se dice: “panem nostrum quotidianum”, sino “cibum nostrum”, porque no se come nunca”.


Esta breve párrafo, nos hace deducir que San Luis Orione había recibido la invitación de abrir una misión en Filipinas y había dado su palabra, por lo cual, podemos afirmar que consideró la idea de ir. Reflexionó y pensó acerca de ello, aunque no haya tomado ninguna decisión concreta en ese momento. El obispo que lo invitó le dio alguna información acerca del lugar: su situación económica, “…mucha necesidad y gran miseria…”, el permiso para cambiar algunas palabras del Padre Nuestro ya que no se come pan.  Para el Fundador, había una razón que lo impulsaba a ir: la miseria, ya que él veía a Jesús en el pobre.
            No sabemos las razones por las cuales Don Orione no abrió la misión en Filipinas, no hay ninguna carta o testigo que nos diga que ocurrió. Por ello, solo podemos hacer algunas conjeturas: la falta de personal religioso para enviar invitaciones a otros lugares, algunas prioridades más urgentes, condiciones desfavorables, otros problemas, etc.




[1] Borrador de un memorandum acerca del P. Barcelón: “El sacerdote Ricardo Gil nació en Manzanera, Prov. de Terruel (España), de noble y rica casa de Torrijas, una de las primeras familias de la Provincia (de Aragón). Hizo sus estudios en España, fue militar, luego a la universidad de los Dominicanos en las islas Filipinas, es un sacerdote de buena doctrina en filosofía y teología…” Este memorándum, escrito en Messina, no posee fecha, pero por el contexto, podemos suponer que es de 1928.
[2] Don Orione llego a Buenos Aires el 9 de Octubre de 1934 por la tarde.
[3] El 32° Congreso Eucarístico Internacional se llevo a cabo en Buenos Aires del 10 al 14 de Octubre de 1934.
[4] Carta al entonces seminarista Sciaccaluga. Victoria (Buenos Aires, Argentina), 20 de octubre de 1934.

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