martes, 6 de agosto de 2013

No se siembra nunca en vano a Jesús en el corazón de los jóvenes



 La mayoría de los jóvenes que han tenido contacto con Don Orione, quedaron marcados positivamente de por vida. Y con los años, en todas partes del mundo, conservan de su Padre el recuerdo más dulce y bueno... De esto nos habla el mismo Don Orione en una carta dirigida a sus “Ex Alumnos”. Una de las sorpresas más lindas que recibió en América Latina, fue justamente la de encontrar en esos países lejanos, a tantos e x alumnos suyos, que le manifestaron todo su afecto y gratitud.
           Don Orione, que para ellos fue siempre “amigo”, “padre” y “confesor”, los invita a continuar por el camino del bien, contento de haber constatado una vez más , que “no se siembra nunca en vano a Jesús , en e l corazón de los jóvenes”. 


¡Almas y Almas!
Buenos Aires, 7 de septiembre de 1935

A los queridísimos e inolvidables Ex Alumnos:
          No se imaginan, queridísimos, con cuánta frecuencia pienso en ustedes, con todo el afecto de siempre.
          Desde esta lejana tierra les mando los saludos de varias decenas de compañeros de antes, ex alumnos como ustedes, los cuales, también en esta hospitalaria Argentina, saben mantener bien en alto el ser italiano, y se enorgullecen de haber sido educados en nuestros Institutos.

  
         Ya, desde mi llegada, ellos me rodearon de mucho amor, de mucha gratitud, que más de una vez, me hicieron conmover hasta las lágrimas.
     Muchos de ellos vinieron hasta del centro de Argentina y de más allá, trayéndome para bendecir a sus hijos; y en el primer encuentro no pudieron evitar llorar de alegría, como si hubiesen visto de nuevo a su padre o a su madre.
        Piensen, queridos Ex Alumnos, que a algunos de ellos hacía cuarenta años que no los veía, desde el comienzo... Después de decenas y decenas de años en que no nos habíamos visto más, ¡nunca hubiese creído que sería todavía recordado y tan amado!
      ¡Ah! me convenzo siempre más que no se siembra, ni se ara nunca en vano a Jesucristo en el corazón de los niños y de los jóvenes.
      Si en algún momento de la vida puede parecer que Cristo está sepultado, Él es un “Muerto” tal, que siempre, tarde o temprano, pero siempre, resucita.
      Cada tanto se me aparecen por acá tres o cuatro, también algunos del Oratorio Festivo en el jardín del Obispo. Ahora son hombres y ya con los cabellos más que grises.



 Se ponen de acuerdo y vienen a verme como si fuesen a su casa, a la casa del anciano padre.
     Y me abren el corazón, me hacen sus confidencias, me cuentan sus dificultades, sus alegrías y, ¿debo decirlo?, ¡también sus pecados! ¡Y así soy para ellos amigo, padre, y confesor!
    Y después se van contentos, dejándome en el corazón una satisfacción tan grande “que no puede entender quien no la experimenta”.
     Nada más importante para mí que saber que siempre guardan el recuerdo del bien recibido; siempre agradecidos, siempre temerosos de Dios. Que están en medio de este mundo, donde hay de todo un poco, viviendo según la moral, en el cumplimiento de sus deberes y dando buen ejemplo a sus hijos.
     Si Dios quiere que vuelva a estar entre ustedes quiero que nos reunamos todos, para estrechar y robustecer siempre más el santo vínculo que nos une y ampliar así el mundo del bien. Y todos ustedes sentirán conmigo por cierto, el deseo intenso de cooperar para esa renovación de vida cristiana, el “Instaurare omnia in Christo”, del cual, el individuo, la familia y la sociedad, pueden esperarse la salvación. Recuerden que nosotros somos y queremos ser sus más sinceros y afectuosos amigos.
    ¡Adiós!, queridos Ex Alumnos. ¡Dios los bendiga! Don Orione los tiene siempre presentes, reza por ustedes y los suyos.
    ¡Los abrazo a todos espiritualmente y les mando la bendición más grande para ustedes y para sus familias!

Suyo, Don Orione








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