martes, 17 de septiembre de 2013

P. José Baldussi: Recordando al Maestro



 La lectura breve del oficio de pastores comienza diciendo: “Acordaos de aquellos superiores vuestros que os expusieron la palabra de Dios: reflexionando sobre el desenlace de su vida, imitad su fe”. Con estas palabras quisiera recordar al P. Baldussi, mi maestro de novicios.

 La historia del P. Baldussi es una historia de fe vivida y coherente.
Todo comenzó en el seno de una familia porteña como cualquier otra, que recibe la noticia que su hijo quería ser sacerdote. Su padre, un hombre muy bueno, pero socialista al enterarse le prohibió seguir concurriendo a la parroquia. El P. Baldussi recordaba: “mi papá era un hombre muy bueno, pero no entendía- Te prohíbo que sigas yendo a la parroquia- me dijo”. Ante la negativa paterna de ingresar al seminario de Villa Devoto, el joven José obedeció y vivió algunos años de dolor y oración silenciosa, años que, según él, lo prepararon y purificaron su corazón.
A punto de escaparse de su casa para ingresar al seminario diocesano, ya con una carta de despedida para sus padres, la mamá le dice: “tu papá te ve triste, si queres ir al seminario, anda”. 

En el seminario de Devoto encontró un clima de oración y grandes ideales, lleno de entusiasmo, deseos de santidad y celo pastoral. Allí maduro su vocación bajo la guía de los jesuitas, entonces a cargo del seminario, especialmente del P. Achaval, quien lo ayudaría en su primera misa, el 2 de diciembre de 1951.

Después de su ordenación fue Teniente Cura, un año en S. Francisco Solano (Mataderos) y 4 años en N. S. de Monserrat. Como también capellán del Hospital Rawson. Su experiencia de capellán de hospital, lo puso en contacto con el mundo del dolor y lo hizo crecer en su gran amor por los enfermos. Siempre recordaba con mucha alegría su paso por el hospital.

Durante sus años en Monserrat conoció al Dr. Garona, amigo de Don Orione, y por él, al P. Gino Carradori, por entonces provincial, quien los impacto con su presencia y sus palabras: “Nosotros somos los jesuitas de los pobres”. 


            Así, ingreso al noviciado el 26 de septiembre de 1956, siendo su maestro el P. José Perón, “un hombre de Dios” como el P. Balsussi solía decir. En esa época de noviciado, ayudo al P. Re los fines de semana en la parroquia Luján.

            Hizo su primera profesión el 8 de Diciembre de 1957 y la perpetua el 8 de Diciembre de 1960. Trabajo en el pabellón Canaveri, fue asistente y profesor en el seminario menor entonces en el Patronato, confesor de los novicios, clérigos, hermanos y el seminario menor.

            Y luego tuvo la gracia de cumplir uno de sus sueños: ser misionero, siendo destinado a  Sáenz Peña (Chaco) donde fue párroco y al crearse la diócesis de Roque Sáenz Peña, recibió al Obispo.

Luego fue maestro de novicios, provincial, encargado de los clérigos un año en Victoria, maestro de novicios y encargado de los clérigos en Claypole. Superior del Seminario de San Miguel, maestro de novicios de nuevo, vicario Provincial del P. Adolfo Uriona y vicario del seminario, varios periodos consejo provincial, vice maestro de novicios y por ultimo Vicario de la Parroquia Sagrado Corazón de Claypole. Si olvidar su paso como capellán por Fátima, S, Luis Gonzaga, S. Isabel, NS del Huerto (Barrio Los Eucaliptos) e Itatí. 

Pero lo más impactante de su vida fue su coherencia, enseñaba lo que vivía. Un hombre de Dios con un ardiente deseo de santidad y feliz de ser sacerdote “con olor a oveja” como dice el P. Francisco. 


De gran amor a la Virgen, siempre con rosario en mano, pobre al extremo y alegre. Formador de varias generaciones, hombre de confianza de la congregación, director espiritual, padre, y siempre, siempre SACERDOTE. 

En mi caso particular, tuve la gracia de vivir dos veces con él, durante mi noviciado y, ya sacerdote, en la parroquia Sagrado Corazón. Su presencia, alegría y sabiduría fueron para mí una gracia de Dios.

Ahora que el P. Baldussi fue llamado a la casa del Padre, nos queda a nosotros ser fieles a sus enseñanzas y ejemplo. Ojala cuando nos reencontremos con él y nos pregunte: “¿te hiciste santo?”, le podamos contestar que “sí, maestro”.

¡Gracias P. Baldussi por sus enseñanzas y ejemplos!

P. Facundo Mela fdp







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