miércoles, 8 de octubre de 2014

Don Orione parte por segunda vez hacia America Latina



  El segundo viaje de Don Orione a América del Sur representó un típico punto de llegada... de Don Orione, es decir, un punto de partida.

            Los últimos días en Italia, los días previos a la partida, transcurrieron entre brazos extendidos y rostros conmovidos moviéndose a su alrededor. Apenas se difundió la noticia, quisieron saludarlo todos, desde sus hijos de la Pequeña Obra, hasta los beneficiados y benefactores. Todos lo rodearon (...) Los días se sucedieron y el Fundador recibió testimonios profundos de sus hijos: el más querido, esa necesidad extrema de confiarse y recibir sus consejos, sus directivas, por parte de muchos y de los mejores.

 En las primeras horas del 24 de setiembre se hallaba en Génova, en el "Pequeño Cottolengo" de Santa Catalina, donde estaban benefactores y numerosos amigos que invadieron el locutorio y los lugares disponibles; buscaban a quien "cuando tiene poco, da mucho a los pobres". “¡Don Orione, Don Orione! Bendíganos una vez más, nos encomendamos a sus plegarias, no nos olvide!".

            Era la hora de la partida. Don Orione debía embarcarse en el "Conte Grande", junto con Don Cerasani, Don Felici y Don Lorenzetti. En ese mismo barco debían viajar al congreso eucarístico internacional de Buenos Aires, el Cardenal Pacelli, Delegado Pontificio, y varios obispos y muchas personalidades diplomática de alto rango (...)

            "La nave se separa del muelle lentamente, como a pesar suyo...

            "Son las 11 horas del 24 de setiembre de 1934".

Generalmente las aguas son tranquilas y casi ninguno sufre de mareos; los sacerdotes pueden celebrar misa casi todos los días. Don Orione y los suyos son asiduos concurrentes a la capilla donde celebran misa el Cardenal y los obispos, entre los que se encuentra el Primado de Bélgica.

            Personalidades y pasajeros rodean al cardenal Pacelli, besan su mano y él exclama: "¡Besen la mano de Don Orione, que es un santo!". Cierto día una señorita se arrodilla frente a Don Orione, en presencia del purpurado y le dice: "¡Bendígame, Padre!".

            Este, embarazado, lo señala diciendo: "Pero, ahí está Su Eminencia..." y el Cardenal, sonriendo, le contesta: "Bendígala, Padre; es mi sobrina...".

            Siente gran estima y verdadero afecto por el Fundador y no pierde ocasión de demostrárselo.

            Durante el viaje, Don Orione frecuenta la tercera clase, donde se encuentran los inmigrantes y los pobres. En ciertos casos, hace recuperar casi súbitamente la fe de algunos alejados de la Iglesia; en otros necesita un conocimiento más profundo y las semanas de convivencia en la nave proporcionan la oportunidad. Casi sin esfuerzo, se convierte en "el confesor del Conte Grande".



            Cuando el barco se detiene en Río de Janeiro, un grupo de señoras de la ciudad envía al Cardenal Pacelli un cesto de frutas exóticas; se las regala a Don Orione, quien las ofrece a sus amigos de tercera clase.

            En esa oportunidad el Fundador pudo descender a tierra, donde fue recibido por sus misioneros; él mismo lo cuenta en una carta colectiva...

            "El vapor no atracó en el puerto de Montevideo; allí llegamos a las 9 de la noche y ya estaba muy oscuro; el vapor se detuvo lejos del muelle. No nos dejaron descender y dijeron que nadie podría subir; las luces del puerto parecían lejanas. Ya sin esperanzas fui a acostarme y me adormecí, pero me despertó en seguida gente que entraba al camarote; y me encuentro con el P. Montagna, el P. Szymkus y el grupo de los nuestros, todos contentos. Me levanté de inmediato y podéis imaginar qué alegría, ¡qué fiesta! Pero todo fue demasiado breve; entonces les prometí que pronto iría a verlos, una vez que terminara el Congreso; de Buenos Aires a Montevideo sólo hay siete horas de navegación".

            Al P. Sterpi, viernes 5 de octubre de 1934:

            "Recibí su telegrama: se lo agradezco, haga rogar por mí. Acá no dispuse de tiempo libre; me he convertido en el confesor del barco; se pudo realizar algún bien. Deo gratias. Mi pierna anda bastante bien (el P. Castagnetti me hace masajes, es un buen ejemplo para todos). Eduino y su mujer descenderán mañana en Río. A bordo somos muy bien vistos y sumamente estimados y aprovecharemos la circunstancia para hacer el bien. Viajan seis obispos y un arzobispo. Saludos para todos y recen por mí...".

            La noche del 9 de octubre el "Conte Grande" entra lentamente al puerto de Buenos Aires.



            Al P. Sterpi, 13 de octubre de 1934, Parroquia de Victoria, Argentina.

            "Viaje buenísimo; todo aquí es un triunfo de Jesús; las palabras no alcanzan para describirlo. Deo gratias. Encontré a todos con buena salud, también nosotros estamos bien...".

El Congreso se inauguró el 10 y concluyó el 14 de octubre. Don Orione vivió en él jornadas inolvidables, participando en aquel triunfo eucarístico junto con los hermanos llegados del Brasil.

Fuente: "Don Orione" de Giorgio Papasogli 




1 comentario:

  1. This event helps us to understand how the humanity and spirituality of Don Orione go hand in hand, not two separate compartments of his life. We can see the joy of Don Orione in every situation! Muchas gracias!

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