miércoles, 15 de junio de 2016

Don Orione y 32º Congreso Eucarístico Internacional

P. Facundo Mela fdp



            El 32º Congreso Eucarístico Internacional, celebrado en Buenos Aires del 10 al 14 de octubre de 1934, será el punto culminante del largo proceso de reorganización eclesiástica iniciado a principios del siglo XX y de la influencia de la Iglesia católica en la vida pública, política, social y cultural del país. En palabras del Cardenal Estanislao Karlic: “El Congreso Eucarístico Internacional de 1934 fue para los argentinos un acontecimiento transformador, comienzo de una vida cristiana más honda y comprometida en toda la nación”.[1]

Los testimonios de dicho evento se refieren a la celebración del mismo como un acontecimiento único. La preparación del Congreso fue muy detallada, tanto en el aspecto material como espiritual. Se invitó a todos los prelados del mundo y el Papa Pío XI designó como legado a su secretario de estado, el cardenal Eugenio Pacelli, futuro Pío XII. 

            Las celebraciones y asambleas se realizaron en distintos puntos de la ciudad, mientras que las ceremonias principales tuvieron como escenario los jardines de Palermo, en el Monumento a los Españoles, el cual fue revestido con una cruz monumental. Durante aquellos días, hubo una gran manifestación de fe como jamás se había visto en la Argentina.

El viaje de Don Orione hacia la Argentina

            La segunda estadía de Don Orione en Sudamérica[2] tuvo una dimensión de cruz y exilio. Su decisión de volver a Latinoamérica, no fue solo por pedido de sus misioneros, quienes le reclamaban su presencia; sino también por una serie de acusaciones por parte un pequeño grupo de miembros del clero de Tortona, quienes lo tildaban de oportunista, mal administrador, ladrón de vocaciones, imprudente, etc.[3]
 
            El 24 de septiembre de 1934 partió en el “Conte Grande” desde Génova hacia la Argentina. Providencialmente, en ese mismo barco viajaban al Congreso Eucarístico, el Card. Pacelli y una gran comitiva. En dicho viaje el legado papal mostrará su gran estima y afecto por Don Orione.

            La noche del 9 de octubre, la nave arribó al puerto de Buenos Aires y Don Orione llegaba por segunda vez a la Argentina


La actividad de Don Orione durante el Congreso

            Don Orione formo parte de la delegación oficial italiana[4] que participaba del Congreso y fue orador para los participantes de dicha lengua. En esos días, disertó sobre “El Reino de Jesucristo en el Templo inmaterial”, durante la segunda asamblea en la Parroquia “San Carlos Borromeo”,[5] de los salesianos, el 13 de octubre de 1934.[6]

            Por otra parte, busco siempre pasar desapercibido durante esos días, como testimoniaba el P. José Dutto: “Recuerdo que en Buenos Aires, durante el Congreso Eucarístico en las reuniones, en ocasión de las fotos grupales, buscaba cuidadosamente de ocultarse y esconderse”.[7]

            Don Orione vio al Congreso Eucarístico como un verdadero triunfo de Cristo, un espectáculo grandioso, que quedaría marcado en su corazón.

En una carta colectiva a sus religiosos, a un mes del Congreso Eucarístico escribía:

“El Congreso Eucarístico fue un milagro; más de dos millones de fieles participantes sintieron que el Papa estaba acá, con nosotros, y que el triunfo de Nuestro Señor era, al mismo tiempo, un triunfo del Papa y de la Iglesia y de todo cuanto de social, de grande, de sobrehumano, de divino, la Iglesia y el Papa son, representan y proclaman. La grandiosa celebración pública de fe, de amor, de adoración a Jesús Eucaristía en la Argentina superó todos los Congresos Internacionales Eucarísticos que existieron y no sé cómo y dónde podrá ser superada; sólo el Paraíso puede ser mejor. ¡Hemos entrevisto y gustado por anticipado del Paraíso!...”.[8]
           
Extracto del Programa Oficial de la delegación italiana
 
            Y en otra carta colectiva, en ocasión de la Pascua de 1935, describía sus vivencias, especialmente de la “Noche de los Hombres”:

"Asistí al Congreso Eucarístico Internacional de Buenos Aires. ¡Un espectáculo inefable! Pude ver qué es y cómo es de grande la misericordia de Dios: más grande que los cielos.
¡Vi decenas de millares y millares de obreros, de robustos trabajadores, de jóvenes, florecientes de vida; médicos, abogados, oficiales, profesores universitarios, diputados, ministros, confundidos en columnas, confesarse en las plazas, a lo largo de los caminos, de las calles de esta gran capital! ¡Más de 200.000 hombres, como atraídos por un imán, en interminable torrente, avanzan compactos, orando, cantando y postrándose a los pies de Cristo!; adorar a Cristo, recibir a Cristo sobre la gran Plaza de Mayo, frente a la casa de gobierno de esta República Argentina.
En aquella plaza los he visto fraternizar, abrazarse en Cristo, jurar su fe, su amor a la Patria, ¡llorar de amor! ¡Fue un espectáculo único en el mundo!
¿Qué sentían? ¡A Cristo! ¿Quién estaba? Cristo, queridos hermanos; Cristo Nuestro Señor que resucitaba en esos corazones; estaba Jesús, estaba el Señor pasando por esta metrópolis y descendía junto a su pueblo. El Legado Papal exclamaba: «¡Pero esto es el Paraíso!»” [9]
 

Actividad realizada luego del Congreso

            Don Orione era consciente que el Congreso Eucarístico Internacional traería muchos frutos. El P. José Dutto, quien estuvo junto a Don Orione esos días, escribía: “La inolvidable apoteosis del eucarístico «Dios con nosotros» ha suscitado en los corazones fermentos divinos de amor fraterno. El terreno está, pues, preparado: es necesario sembrarlo...”[10]

            En pocos días de la conclusión del Congreso, Don Orione se ganó la simpatía del pueblo argentino, recibiendo una gran cantidad de propuestas que respondían a las necesidades, tanto espirituales como materiales, de la sociedad de entonces. Su actividad alcanzará todos los estratos sociales, desde los más pobres hasta la alta sociedad argentina; visitó autoridades civiles y eclesiásticas, fue recibido varias veces por el Presidente Justo, recibió invitaciones de los obispos argentinos, dio conferencias, ejercicios espirituales, habló varias veces por radio, apareció en los diarios, etc. 

Durante su segunda estadía, su obra se extendió con gran rapidez y solidez en Argentina. A comienzo de 1934, su Congregación contaba con 5 casas masculinas y 3 femeninas; mientras que en marzo de 1936 (a un año y medio de su llegada), este número se había multiplicado:

“1) Casa de Noviciado y de aspirantado en Lanús; 2) Casa del Cottolengo en Avellaneda; 3) Cottolengo en Claypole (…) 4) la casa de Carlos Pellegrini; 5) el Colegio de San Fernardo (…); 6) Santuario de Itatí (…); 7) Colegio con iglesia parroquial en Rosario (…); 8) se pagó la deuda de Victoria; 9) puesta en marcha de las escuelas de Victoria, San Fernando, Cuenca, Lanús, con maestros propios; 10) inauguración de las aulas y finalización del campanario en Mar del Plata (…); 11) concentración de todos los clérigos y estudiantes de teología en Victoria, Lanús y Mar del Plata (…); 12) la Casa de Nueva Pompeya fue liberada de elementos internos extraños aunque buenos; 13) adquisición de una hermosa casa para nuestras Hnas. en San Miguel (…); 14) tratativas en curso para un instituto en Entre Ríos (…); 15) ya acepté dos nuevas casas en Mendoza (…); 16) en mayo se inauguran dos casas en Santiago de Chile (Cottolengo chileno) y otra cerca de Valparaíso (…). Y no es todo: ¡todo esto fue hecho por Dios, por la Divina Providencia!"[11]

El 32º Congreso Eucarístico Internacional fue una experiencia de fe que quedo grabada en el corazón de Don Orione, un recuerdo imborrable que lo acompaño por el resto de su vida.[12] El Congreso Eucarístico le abrió a Don Orione las puertas del corazón del pueblo argentino y preparó el camino para su obra de caridad y evangelización. 







[1] “Homilía del Card. Estanislao Esteban Karlic durante la 79ª Asamblea Plenaria”, documento anexado junto al Boletín Semanal AICA 2266, mayo de 2000.
[2] Dicha estadía duro del 9 octubre de 1934 al 6 de agosto de 1937. La mayor parte de la misma, la transcurrió en Argentina con algunos viajes breves a Uruguay, Brasil y Chile.
[3] Cf. G. Papasogli, Don Orione, Buenos Aires, Guadalupe, 1989, 338-339.
[4] Cf. Revista Eclesiástica del Arzobispado de Buenos Aires (REABA), noviembre 1934, 766.
[5] Hoy, Basílica María Auxiliadora y San Carlos (Ciudad Autónoma de Buenos Aires).
[6] Cf. REABA, noviembre 1934, 767.
[7] Sacra Congregatio pro Causis Sanctorum, Beatificationis et canonizationis… § 1609.
[8] Carta colectiva. Victoria (Buenos Aires), 4 de noviembre de 1934. L. Orione, Lettere II, Roma, Postulazione della Piccola Opera della Divina Provvidenza, 1969, 116-177.
[9] Carta colectiva. Buenos Aires, el 19 de marzo de 1935. L. Orione, Lettere II,…216-217.
[10] G. Papasogli, G., Don Orione…, 345.
[11] Carta a P. Pedro Migliore. Claypole, 10 de marzo de 1936. G. Papasogli, G., Don Orione…, 360-361.
[12] En la habitación de Don Orione en la Casa Madre de Tortona, hoy transformada en museo, todavía puede verse un escudo de gran tamaño, del Congreso Eucarístico que el mismo llevo como recuerdo. Testimoniaba el P. Giovanni Venturrelli en la causa de beatificación de Don Orione: “Recuerdo con que pasión Don Orione nos recordaba a nosotros, seminaristas, este Congreso de Buenos Aires; por mucho tiempo, luego de su retorno en 1937, llevo en el pecho el prendedor distintivo de los participantes”. Sacra Congregatio pro Causis Sanctorum, Beatificationis et canonizationis… § 2552.


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